Convertidos en una institución, como un monumento de obligada visita cuando se presenta la ocasión, The Rolling Stones regresan para tocar este miércoles por vigésima tercera vez en España, con una expectación más que justificada por la mayoría de expertos consultados, mientras que otros la cuestionan.
“Yo los vi en Vigo en 1998 y al año siguiente en Santiago de Compostela (dos ciudades del noroeste español) y no repetiría. Cumplí con algo que hasta entendí necesario, obligado, pero no me convencieron. Creo que lo mejor suyo, tanto en disco como en directo, ya pasó hace muchos años”, señala Xavier Valiño.
La muerte en el 2021 de su veterano batería Charlie Watts habría sido para él un buen momento para que la banda lo hubiese dejado, “por muy profesionales que sean los músicos que les acompañan”.
“Yo no los veo como una pieza de museo, sino como una pieza viva de la historia de la música popular a nivel mundial”, defiende.
Argumenta “su razonable y envidiable nivel de forma con un espectáculo que no es ni arcaico ni un mero ejercicio de nostalgia, sino una inyección en vena de rock de la más alta pureza, calidad y trascendencia”.
Alineado con él está Arancha Moreno, directora de la prestigiosa revista Efe Eme, para quien The Rolling Stones tienen “licencia para rodar mientras la fuerza los acompañe”.
Precisamente del otro lado pesa el argumento sobre su apego a un pasado que ya queda lejos y que no ha crecido más cualitativamente en los últimos 40 años.
No es difícil encontrar críticas de que ya en los años ochenta, tras la publicación de “Tattoo You” (1981), su último trabajo relevante, consideraban que lo más granado de su obra estaba hecho.
“Hace ya varios lustros que los Rolling Stones decidieron centrarse en sus lucrativos conciertos y olvidarse de la composición. No en vano, su catálogo es lo suficientemente amplio y consistente como para no empeñarse en añadir nuevas canciones que solo lo devaluarían”, opina David Gallardo, responsable de Cultura del diario Infolibre y el portal especializado MercadeoPop.
Tal y como recuerda, tuvo que desatarse una pandemia mundial y su correspondiente confinamiento para que Jagger y compañía encontraran la inspiración. Así llegó, en abril del 2020, “Living In A Ghost Town”, su primer tema inédito desde que en el 2012 incluyeran un par de nuevas composiciones en el recopilatorio “Grrr!”.
Para encontrar su último disco completo con material original hay que retroceder hasta “A Bigger Band” (2005), que llegó a su vez ocho años después de “Bridges to Babylon” (1997). “Y en el 2016 se permitieron el divertimento de sacar un disco de versiones de estándares de blues que a nadie pareció molestarle ni importarle demasiado”, opina Gallardo.
“Sería bonito tener un nuevo disco, pero a la gente no le gusta cuando lo tocas en el escenario. Ellos te miran en plan ‘vale, esto habrá pasado en un minuto’. No es una gran excusa, pero es la verdad y hay que decirla”, reconoció el propio Jagger en declaraciones a USA Today en el 2013.
Para el periodista de Infolibre, “no debe sorprender, por tanto, que hayan optado abiertamente por disfrutar de unos conciertos en los que encadenan viejos éxitos como si de una ‘jukebox’ (gramola) se tratara”.
“Solo que no es música grabada y Mick Jagger y Keith Richards (y Ron Wood) están sobre el escenario a sus casi 80 años. Y esa es su más determinante aportación a día de hoy: recordarnos que, por una noche, el rocanrol puede ser eterno con todos nosotros dentro”, apostilla Gallardo.